lunes, 23 de noviembre de 2009

251 notas perdidas. El comienzo

18-octubre-2005 23:48



Hoy me han contado que cuando más triste estás hay que aparentar lo contrario para empezar a sentirse bien, así que una alegre en un ambiente conocido. Éste pequeño relato lo estoy enfocando para ser el principio de una historia más larga que ya tengo medio acabada (de modo que, para muchos, esta historia no tiene sentido, pero es sólo el principio) Un abrazo a todos y que lo disfrutéis.



251 notas perdidas. (posible comienzo)



Desde la ventana del aula 1.5 Axel observa con atención la primera tormenta del año, le encanta la velocidad de los paraguas obscuros yendo de un lado a otro, escuchar el sonido ahogado de las gotas al chocar con el asfalto, las luces de los semáforos reflejadas en un inmenso lienzo lleno de color. El sonido del último timbre del día anuncia a los estudiantes nocturnos la vuelta a casa, la libertad condicional.




En la puerta, a punto de abrir el paraguas, una chica mira desconsolada la calle, suspirando por el olvido de un impermeable con el que protegerse de la lluvia. Axel la mira, se ha quedado embobado: sus ojos, grandes y expresivos, el pelo recogido y la piel clara como la luna. Se acerca ofreciéndose para acompañarla, ella lo mira con una sonrisa y colorada le agradece el gesto, lamentando ser una molestia. Ya en la calle, ella se presenta como Noemí, es un año menor que él, pero eso no importa.




Caminando bajo el mismo paraguas es inevitable el contacto entre los dos, cruzan la mirada y sonríen. Evitan aquel charco y se separan un momento para pasar una farola. Al juntarse, ella aprovecha para agarrarse a su brazo con la excusa de estar completamente protegida ante el implacable chaparrón, pues en los pocos segundos bajo el agua se le ha calado el pelo y la ropa. Según ella, no había visto nunca tanta lluvia junta. Axel sonríe al ver una chiquilla saltando y riendo en una pequeña balsa formada en medio de la acera mientras su madre, confiada, habla con una vieja amiga sobre la actitud irresponsable y atolondrada de la juventud de estos tiempos.




Durante el trayecto, hablan de las personas, de filosofía, de idealizados amaneceres en la playa e incluso, de los impulsos humanos hacia el deseo y el amor. Hablan sin vergüenza, ajenos al mundo, no piensan en los problemas exteriores, en calcetines mojados o en relojes que no se paran. Aminorando el paso, Noemí suelta su brazo y saca una llave del bolsillo, abre el portal y se da la vuelta. Se quedan mirándose, nada más. Otra vez hipnotizado por esos ojos. No consigue el valor suficiente para despedirse, debe hacerlo, pero prefiere grabarse esa imagen en su cerebro, disfrutar hasta el último instante de esos segundos. La chica, más decidida, se acerca dándole un beso en la mejilla. Pero al juntar sus caras y notar su calor vuelven a quedarse inmóviles. Una delicada mano sube hasta la otra mejilla del chico. Él la rodea con sus brazos y la aprieta hacia él, comprobando si es un sueño. Con los ojos cerrados, sus cabezas se giran hasta sentir la suavidad de sus labios. De pronto, parece que todo se ha vuelto silencio, no se escucha más que el agua rebotando contra el suelo y el latido de sus jóvenes corazones emocionados ante la belleza de aquel primer beso, aquel que duraría mucho más de lo que jamás creyeron. Más allá del final…

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