sábado, 30 de octubre de 2010

Asmodeo



Estoy cansado de rogar por unas palabras, de esperar hasta que sea demasiado tarde, de sufrir sin poder explicar el porqué y de que, aún con esas, siga teniendo una estúpida vela encendida a la espera.

Estoy cansado de la bipolaridad que me induzco cada día, de la disociación de la personalidad en la que me protejo y de los trances autodestructivos que me sirven de purga.

Sé que no te gusta eso, sé que me quieres lo suficiente como para querer ayudarme pero aún no te has dado cuenta de que no tengo nada más con lo que satisfacerme, aún no has llegado a la conclusión de que sólo mi propia voz es capaz de separarme de ti, de que sólo el dolor físico puede ayudarme a diferenciar entre el sueño y la realidad. No temas, lo que tenga que ser, será; lo que tenga que venir, llegará y lo que tenga que llorar, lo guardaré.

Disonancias perfectas, ruidos acompasados por el latido aletargado de un humano en trance y una taza de café. Tampoco debería pero, total, sólo me falta ser hipócrita conmigo mismo.

Volveré a recordarme una frase que siempre me hace sentir mejor, una cuestión que quizá sea la más importante que te has planteado en tu vida, una controvertida duda provocada por una dulzura de tu propia sangre: "¿Y si tiene razón?". Pues si la tiene, si debes seguir su consejo, si de repente despiertas... yo seré tu Asmodeo, si así debe ser.

Por exigencias del guión debo detenerme aquí, no puedo continuar con la historia, no puedo decirte lo que siento realmente ni lo que quiero. No me permito describirte todo aquello que veo desde aquí ni todo lo que sueño y temo. No me permito, gracias a ti, pronunciarme antes que tú; que no te extrañe lo que ves, realmente ni te lo imaginas.

Extraña cárcel llamada libertad; extraña amiga mía, la soledad.
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lunes, 25 de octubre de 2010

Road to nowhere



Tranquilamente te enciendes un cigarrillo que me pasas tras darle una suave calada que deja marcados tus labios color rojo eléctrico en el filtro. Tus ojos me miran detrás de una raya digna de una faraona y analizan mi perfil concentrado. No me dices nada, hace como media hora que no pronuncias palabra y yo sigo conduciendo, tú sigues a mi lado y Jim Morrison nos ambienta con una tormenta que nos lleva a través de la noche hacia ninguna parte.

Hacía mucho tiempo que necesitábamos este viaje, esta escapada a otra dimensión, este acercamiento a los recuerdos. El aire que entra por la ventana entreabierta rebaja la temperatura varios grados rápidamente, te arropas con la manta y te dejas caer en mí. Rodeo tu cuerpo cálido con mi brazo, yo seré tu cinturón en este viaje, yo seré el que te acaricie esta vez, yo y nadie más.

Kilómetros de vía interrumpida únicamente por las salidas a las villas que se van quedando atrás con el paso de las horas. Repostamos sin detenernos, no comemos y no duermo. Todo se vuelve extraño después de dos días sin dejar de conducir, aunque es fácil conseguirlo con aquello que aún brilla sobre el salpicadero. Ya no conozco el idioma de los carteles, ni siquiera puedo enfocar lo suficiente para leerlos. Me da miedo parar y que todo se desvanezca, me da miedo pensar que vuelves a no estar aquí conmigo.

En cuanto cierro la ventanilla tus ojos se rinden agotados a la madrugada y te duermes con tus manos agarrando la mía, apretándola contra ti, guardándote de mi huida, recordando nuestras caricias entre sueños. Aún queda demasiada distancia, aún estamos demasiado lejos y todo se vuelve gris en mi memoria. No te preocupes, un par de cabezadas más y habremos llegado a nuestro destino. Un par de cabezadas más.

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domingo, 17 de octubre de 2010

Días tranquilos



Todos los recuerdos están llenos de miradas, caricias, besos y sonrisas. Se hace inevitable que, al intentar rememorarlos, se repitan ciertas palabras infinitas veces aunque supongo que todo eso es lo que hace de los recuerdos, recuerdos maravillosos.

Espero que entiendas que es un escrito, que nada cuadra y que la realidad no la roza ni de cerca pero... no es mi intención la de crear un diario, así que disfruta de mi alfombra mágica:



Aquí va un mensaje en una botella, una pequeña imagen escondida de todo el mundo, un susurro inapreciable. Esto no es más que un rápido vistazo al pasado, encontrar uno de los pétalos de las rosas que marchitaron a nuestro lado, una lágrima saboteada.

Miraste una última vez tu reflejo antes de apagar la luz del baño, ibas preciosa y lo sabías, hasta tu sonrisa deslumbraba. Recuerdo esa sonrisa, no fue la única vez que te vi sonreír así: la conseguías cada vez que te besaba en la mejilla, cada vez que, mirándonos a los ojos, te sonreía yo primero y, en general, cada vez que estábamos juntos. Con esa sonrisa que se dibujaba aún más en tu mirada que en tus labios saliste a recogerme al coche, donde yo aguardaba jugando con un gatito blanco demasiado curioso.

Oteaste alrededor rápidamente y, sintiéndote un espía del Kremlin, juntaste tus labios con los míos en un furtivo beso y, después, otra profunda mirada mezclada con un abrazo. Una vez en movimiento nos saludamos formalmente y nos hicimos la pregunta de siempre: ¿Qué te apetece hacer?




A partir de ahí todo se difumina. Recuerdo la luna llena, el fresco al pasear, nuestras manos aprendiéndose mutuamente, nuestras preocupaciones y trasnochar de forma peligrosa. Recuerdo música de fondo, atardecer contigo y amanecer solo. Relatar en mi cabeza y olvidar tras la siguiente curva.



Tan sólo tú y yo sabemos el miedo que nos tenemos, todo lo que nos respetamos y las idioteces que somos capaces de hacer. Tan sólo tú y yo sabemos que la lógica no siempre es la mejor opción. Tan sólo tu y yo. Tan solo yo.

Irreal, siempre igual. Esconderé la mano para que no la veas, guardaré siempre un as en la pechera. No dejaré que me descubras ni que me quites la careta, no hasta que tú te dejes.
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No puedo describirte tanto como me gustaría, supongo que eso me da mucha más libertad. Te dejaré como una incógnita: de espaldas.
Probablemente sonreías, cerrabas los ojos al sol y disfrutabas del viento salado. A lo mejor llorabas; o incluso estabas gritando, no lo sé. A lo mejor no eres más que una imagen al azar de algún buscador. Desconozco si alguna vez fuiste real pero, siendo sinceros, ¿eso qué importa?

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martes, 12 de octubre de 2010

Heterocíclico




Tanto por decir, tantos sentimientos, tantas confusiones, tantos reproches... al final callas. Exhalas el alma a cada bocanada y lo ahogas todo con el humo.
No hay respuesta entre estas paredes, ni siquiera está dentro de ti. No hay más respuesta que el mismo tiempo, tiempo que lo estropeará todo aún más, tiempo que dejará oscuro todo lo que un día pudo brillar.
Te destruyes una y otra vez todo lo profundamente que puedes y sin remordimientos. Dejas que la vida se escape entre tus dedos como un puñado de arena seca, ni siquiera tus lágrimas conseguirán hacer barro de ésta.
Sufres, sufres por indiferencia, sufres por confusión, sufres por la indecisión de la ignorancia y vuelves a evadirte para evitar el dolor. Gritas, gritas donde nadie te escucha, gritas con rabia y odio, gritas desgarrándote la piel deseando callar ya, gritas en silencio, gritas en la oscuridad, gritas cada vez más fuerte, cada vez más agudo.

La sirena de una ambulancia me despierta, ya es medio día, otra vez. Me levanto cansado, somnoliento. Arrastrando los pies llego hasta la cocina donde me preparo un buen desayuno con un par de somníferos y un alprazolam; las semanas se pasan deprisa cuando estás consciente apenas veinte minutos al día. Con el café en la mano marcho hacia el ordenador donde intento actualizarme a mí mismo y sólo consigo derrumbarme aún más. Tostada en mano decido que nada mejor que un poco de Gotthard de fondo mientras termino de nutrirme lo suficiente para sobrevivir. Con la llegada de "Heaven" mi vista empieza a nublarse de nuevo, parece que ha vuelto a llegar mi hora. Camino de la cama no puedo evitar agarrar la botella de ginebra, por si acaso me entra sed entre sueños.

Miro a través de la ventana, hace un día claro, bastante soleado, caluroso para ser otoño. Un día maravilloso para cualquiera que haya conseguido salir a la calle. Sobre mi mesilla reposa nuestra foto con el sol al fondo. Forzando la vista te veo: estás preciosa, como siempre, y sonríes esperando el choque de nuestros labios que sucederá nada más escuchar el característico "click" de la cámara. Por aquellos entonces moría por tu sonrisa, supongo que eso no ha cambiado demasiado. En el retrato tus ojos me miran fijamente, expectantes, intrigados por mi técnica fotográfica y felices por una tarde tan maravillosa; este último detalle lo tenemos en común. Estiro como puedo el brazo y cojo la foto, medio drogado consigo darte un beso y apretarte contra mi pecho. Otra vez todo me da vueltas, pienso en ti como último deseo y cierro los ojos deseándote buenas noches. Quizá mañana despertemos juntos, quizá todo acabe ya.



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domingo, 3 de octubre de 2010

Verdemar



Ojos verdes, ojos prohibidos.
Atracción furtiva, relación imperdonable,
miradas cautivas cruzadas entre el gentío.
Atracción sin remedio, deseo incontrolable.

Fuiste poesía mas eres arte
que moldeo con mis dedos lascivos.
Eres profunda, eres salvaje,
eres la diosa de los vicios.

Llámalo lujuria encerrada,
el defecto de la carne, los pecados.
Lloras inconsciente y atrapada,
inmovilizada por mis manos.



Cierras los ojos perdida, pestañeas con fuerza mientras aspiras incrédula la primera bocanada del cigarro de después. Aún no sabes cómo sucedió, aún no entiendes por qué estás desnuda, aún escondes tu mano al ver el anillo que rodea tu anular. Hay demasiadas coincidencias y casualidades como para explicártelas ahora, limítate a apoyarte en mi pecho e intenta descansar un rato, te lo mereces. Tu cuerpo, aún febril, palpita húmedo y caliente ante mis caricias. La musculatura de tu espalda se contrae espasmódicamente con los vestigios de tu último orgasmo y no puedes evitar gemir al sentir el roce de mi pierna.

Esta noche mi cuerpo te pertenece, esta noche te has ganado soñar con una vida distinta, esta noche creerás de nuevo en el cariño de un extraño. Levantas la mirada y fijas tus oscuros ojos verdes en los míos. Me odias, lo sé, lo he sentido en cada beso, en cada mordisco. Odias haber caído, odias haber sido presa, odias darme la razón por última vez esta velada. Me llamas hijo de puta antes de besarme y volver a colocar tu cabeza sobre mi corazón. Tus brazos me rodean y tus dedos me acarician, me arañan suavemente.

Mi cuerpo agradece el final de tu demencia. Tu locura ha estado a punto de mutilarme en varias ocasiones, tus dientes se mantendrán marcados en mi cuerpo una larga temporada, incluso tendré que curarme algunas heridas. Sonrío, has sido tal y como imaginé. Eres una loba domada pero aún te queda instinto, ha sido un placer conseguir parte de ese potencial, aunque lo mejor haya sido repetir. Intenta dormir, estás algo dolorida y no podrás hacer nada más hasta mañana. No luches por mantenerte despierta, lo hagas como lo hagas volverás a la realidad así que déjate llevar. Quién sabe, quizá mañana aún siga aquí.

Es posible que no recuerde tu nombre, seguro que jamás podré recordar lo que llevabas puesto pero, te prometo, tu mirada la tendré clavada el resto de mi vida. Ojos malvados, ojos de serpiente, ojos viles.

Meto mis dedos entre tu pelo, masajeo tu craneo y te induzco en un estado de sopor. Ya está bien por hoy. Descansa mi vida, sueña tranquila, yo te aguardo. No puedo evitar oler tu pelo y sentirme solo en esta cama. Ojalá la soledad tuviera otro color, ojalá supiera de quién es este cuerpo, ojalá pudiera elegir pero, como siempre, el destino es demasiado caprichoso.

Cierro los ojos al fin. Buenas noches preciosa. Buenas noches.

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