jueves, 31 de diciembre de 2009

Onírico destino

Pasan las horas sin noticias desde el paraíso. La manzana estuvo deliciosa, un bocado maravilloso digno del Edén. ¿Acaso he sido ya expulsado? Mereció la pena en todo caso, de eso estoy seguro. Mis labios no pueden dejar de sonreir al recordar, así como mi corazón no puede dejar de encoger, ni mi respiración de entrecortarse. Un moratón y un par de orbes color marfil son las únicas pruebas físicas que me quedan para comprobar aquello que pudo ser un glorioso sueño. Un sueño de cariño, un sueño de amor, de abrazos, un sueño cálido como ningún otro. Un sueño del que uno puede acostumbrarse sin demasiados problemas. Un sueño en el que mentirse es la única solución para no acabar completamente loco.
Confía en los hechos, no en las palabras. Cree en las miradas, no en frases afiladas. ¿Cómo se pueden tener sentimientos tan contradictorios? Un remolino de sensaciones con epicentro en el ombligo. Todo se mezcla y se revuelve, todo se expande para después contraerse en una pelota ardiente en el centro de mi pecho. Ya no soy capaz de reconocer ni la verdad más absoluta. Eres tú mi número favorito, eso es una obviedad sin lugar a dudas; pero también eres mi plan más ambicioso, mi historia interminable, mi rompecabezas irresoluble, mi duda implacable. Tengo el alma dividida: soy creyente, ateo, agnóstico, escéptico... incluso un tanto estoico. Doy gracias a mi parte estoica, gracias a ella sobrevivo como un solo ser, gracias a ella sobrevivo. Desconozco mi destino, ignoro el camino adecuado; rezaré porque al menos tenga, ya que jamás podrá ser sencillo, un final feliz.
Soñaré con mi parte más optimista, soñaré que para ti tampoco es fácil, soñaré con tus mentiras, soñaré que esta noche me echaste de menos frente a tu almohada... soñaré que tú también deseas soñar, que no sea solo porque no lo puedes evitar. Soñaré con añoranza con el calor de nuestra noche, única en su especie, especial como ninguna, ninguna como tú.
[...]

domingo, 20 de diciembre de 2009

Babel

Axel vió cómo todo lo que soñó se destruía. Ante él cayó la torre de Babel que tan cuidadosamente había preparado para ella.
Demasiado alta- dijo despreciando la obra mientras volteaba esperando algún presente que le satisficiera.
Bueno, no fue tan doloroso como otras veces, ya había dejado el pilar principal a la vista, preparado para destruirse sin apenas montar escándalo; al menos fue previsor.
El polvo húmedo de las ruinas embadurnó la pernera de su pantalón hasta las rodillas mas, sin embargo, ni siquiera lo miró. Mejor hacer como que nada existió. ¿Dónde dejé las herramientas?- preguntó tan solo para escuchar su propia voz y recordar que él no se derrumbó con la torre. En esta vida, la muerte es el único problema sin solución- se repitió a si mismo una y otra vez mientras agarraba el cincel con el que tantas piedras había tallado. Recogió los planos y los guardó junto a todos los anteriores, en realidad los miraba con optimismo, guardaba la esperanza de conseguirlo. Dejó el casco en el perchero, se puso el abrigo y salió. En la calle todo seguía siendo igual de oscuro, igual de frio. Las luces de navidad solo lograban molestarle por la energía perdida. El vaho que emanaba de su respiración encima le recordaba el síndrome de abstinencia que él mismo se había provocado. Cristales empañados con manos dibujadas, lágrimas congeladas como minúsculas estalacticas. Es imposible llorar con este frio, por lo menos podremos brindar por un nuevo final.

Un poco más caliente por el brandy recién ingerido consiguió llegar a su portón. En el buzón, publicidad con grandes actores vestidos de Santa Claus regalando bajos precios y promoviendo compras compulsivas además de un par de facturas domiciliadas. Ni siquiera tuvo que encender la luz para llegar hasta su estudio donde se dejó reposar en el sillón modelo ejecutivo mientras tiraba sin ganas la bufanda hacia ninguna parte. Así, entre penumbras, pasó Axel el resto de la noche, rememorando la caída de su obra más grandiosa, intentando aprender y mejorarla, cansado de fallar una y otra vez, cansado de volver siempre al mismo problema.Ya a punto de rendirse se durmió sin descansar, obligado por la fuerza de la rutina que lo mantenía día tras día ocupado físicamente, soñando con poder escapar del gris plomo de su vida que consumía su ánimo dejandole en cenizas y brasas mal apagadas. Mañana será otro día, mañana será otra oportunidad para fallar. [...]

viernes, 11 de diciembre de 2009

Km. 65

Esquinas, cuadrados inconclusos. Después de tanto tiempo, después de tantos años y seguía suspirando por la misma razón. La vida es un círculo en el que todo se repite... y eso es lo que más miedo da, que todo se repita.

La noche se volvía clara a su paso. Sus últimos besos aún los podía saborear en sus labios. Sonreía, en aquellos momentos no tenía cabida el miedo, eso llegaría después. Daba igual el tiempo que pasaran juntos, las despedidas seguían siendo precoces y las citas, casi efímeras. Pero aún no era el momento para pensar eso, el calor de sus abrazos aún le mantenía caliente el corazón, y su despeinado cabello aún recordaba sus caricias, siempre acompañadas de su inconfundible sonrisa. ¿Acaso no recuerdas las lágrimas? ¿Tus brazos olvidaron ya el dolor del amor que una vez tuviste que acallar? Nada de eso importa ahora, ahora lo único que deseaba era ir despacio, sin pasos en falso, sin resbalones ni caídas, sin palabras que estropéen lo que tanto te ha costado conseguir. Ten cuidado, no sueltes el volante. Menos mal que siempre resuena antes de golpear contra el quitamiedos y puedes rectificar.

Apenas llegaba a tiempo de bajar la persiana antes de que los rayos del sol entraran por su ventana. La gente comenzaba su día a día mientras Axel cerraba los ojos para soñar con otro final. La sábana bien apretada contra él le hacía sonreir imaginando que seguían siendo sus brazos los que le rodeaban y le acompañaban en ese onírico paraíso de cariño acumulado. Con los ojos ya cerrados huele una última vez su alrededor, pasará mucho tiempo antes de que pueda volver a impregnarse de tan maravillosa fragancia. Estúpido, deja de sonreir, sabes que todo esto no es real. Despierta! El frio de la madrugada le permitió despejarse lo suficiente para darse cuenta de que seguía ahí, al final no pudo rectificar. Donde antes estaban sus dedos no había más que cristales mezclados con su propia sangre. Cuánto tiempo llevaba soñando? Ni siquiera era capaz de determinar hasta dónde fue soñado. Ésta era la ida, o la vuelta? Éste sí que era un buen momento para sentir miedo, para pensar en lo poco que disfrutó, y cuánto lo valoró. Los párpados le pesaban demasiado, luchaba por mirar el espejo pero todo se volvía cada vez más borroso mientras lentamente volvían a cerrarse sin encontrar fuerzas para volver a abrirlos. Sin embargo, antes de volver a soñar sonrió, al fondo sonaba una sirena. Esto sí que será una segunda oportunidad, pensó al tiempo de desmayarse sin borrar esa sonrisa que se le formó al ver que la dirección era la de vuelta.
[...]