domingo, 27 de junio de 2010

Evadido

Vendido al mejor postor de la lógica más ilógica veo cómo mi extravagante y buscada amante felicidad se aleja llevada por la resaca del mar de mi conciencia. Pasivamente observo cómo se distancia, sin despedirse, con una leve sonrisa de complicidad compadeciéndose de ella misma, simétrica a mi situación. En realidad nadie se mueve, nadie se levanta, pero ya no llego a agarrarte de la mano. El apocalipsis ha llegado, la tierra se ha partido en dos justo entre nosotros y ni siquiera nos hemos dado cuenta hasta que mis palabras ya no llegaron a tus oídos, perdiéndose en un abismo de lava, lágrimas y dolor.

Da igual hacia dónde mire, estoy solo. Te busco en la fragancia que dejaste entre mis dedos, intento guardar tu presencia para el resto de la eternidad y siento pena al darme cuenta de que perdí el olfato hace ya mucho. Mierda de sentidos aletargados, mierda de reproches que se multiplican en mi cabeza. Demasiado tarde me llegan las respuestas perfectas, los actos irreflexivos que me hubieran dado alguna oportunidad de volver a sonreír. Soy, emocionalmente, una veleta mal ajustada. Soy un ser mediocre al que ni los aires altivos pudieron alzar sobre su propia sombra.

Vuelvo a estar agazapado, con la cabeza entre las piernas, observando la oscuridad que mi propio cuerpo crea. Intento encontrarme a mí mismo, intento saber quién soy en realidad antes de perder la poca cordura que me queda. Desconozco si a mi alrededor llueve, arde o truena. No hay nada más, no hay nadie más. Oscuridad, perpetua oscuridad que me proteges, lugar seguro que jamás deseé mas sin embargo llegué a añorar. Fiel amiga, ¿por qué sigues junto a mí? Intento evitarte y me consigues, una y otra vez, siempre en el mismo círculo vicioso. Ya no sé qué hacer, no sé si ser feliz es realmente mi meta o lo es este eterno purgatorio. No sé si gritarte funcionaría, no sé si obligarte es la solución. Indecisión, espera... flor que se marchita. Apenas quedan un par de pétalos de esa rosa que me ampara.

Yo soy la bestia, el licántropo atrapado, el final alternativo. El final lógico.
[...]

lunes, 21 de junio de 2010

Lo siento

Publicado el 7 de Noviembre de 2006 a la 1:26

La niebla lo llamaba desde el horizonte. Perdido continuaba caminando buscando ese atardecer soñado, continuaba llorando por la vez que renunció. Caminaba con los ojos cerrados, caminaba con el corazón agazapado.

Recordaba. Soñaba. Demasiadas lágrimas para algo tan efímero.

Recordaba. Soñaba. Escuchaba a la tierra gemir, la escuchaba llorar.

Deja de seguirme, deja de buscarme. Déjame.

Olvidó esas palabras tan pronto como las imaginó. Un escalofrío le atravesó la columna vertebral mas no tembló. La lluvia pronto lo abrazó. ¿Por qué? ¿Por qué no puedo continuar? Gritaba desde el fondo de su alma, pero jamás emitió sonido alguno, jamás llego a lastimarse de si mismo.

Ámame, déjame, perdóname.

Entre sollozos calló al suelo, el barro lo cubrió de tierra, de la tierra de donde salió una vez. Cual Edgar Alan Poe gritó por su bella amada que fue enterrada viva. Miró al cielo y vio caer gota a gota. El tiempo se ralentizaba bajo su sombra. No hay más camino, no hay más salidas, no hay más. Perdóname. En medio de ninguna parte, calado y tiritando, la lluvia se deslizaba sobre su pelo llegando hasta su barbilla, perdiéndose en la tierra de donde nació.

-Ando en círculos, recorro una vida que ya caminé, siento un dolor demasiado conocido. Los recuerdos son capaces de volver loco al más cuerdo, de dar sentido a una vida demasiado vacía-. Eres un bohemio, reconócelo antes de desfallecer, has dado tu vida a un rayo de Luna, has dado una vida entera a algo tan breve… Sonríe, dejará de llover, la luz aparece de nuevo. No te escondas, sé que lo haces sin querer, abre los ojos, deja de huir. ¿Por qué? ¿Por qué no puedes continuar? Sé valiente, demuestra que una vida sin Lilith también es una vida. Deja de huir, escúchame, no te cierres, deja de taponarte los oídos con recuerdos inconclusos. ¿Por qué me echas? ¡Tan sólo soy un perro viejo que se cansó de buscar, escúchame! Eres demasiado cabezón. Regalas tu existencia por un respiro, la cambias por una sonrisa, por una caricia.

Su boca comenzó a pronunciar sonidos inaudibles, parecían lamentos, martirios, sufrimientos demasiado arraigados como para que cesaran. Oraciones aprendidas a fuego. Allí, mientras que la lluvia luchaba contra la niebla, un cuerpo reposaba sobre la tierra mojada. Solo, cansado y triste. Recordando el río que nunca llegó al mar, recordando la noche en que Lilith cayó, recordando el tacto de su piel sobre su cuerpo. Soñando, soñando no estar solo, soñando no estar triste, soñando no estar.

Recordando, soñando…

[...]

martes, 15 de junio de 2010

Éxtasis

Cerró los ojos y arqueó la espalda. Sentí en mis hombros el dolor de sus uñas al clavarse, al rasgar piel. El dolor nunca fue tan placentero. Sus labios se entreabrieron dando paso a un gemido de satisfacción, a un grito de locura. Sentada sobre mí no podía hacer otra cosa que sentir la fragancia de su cuello, que besar tan delicada zona y dejarle notar mis dientes y mi aliento sobre sus trapecios. Sus piernas enroscadas alrededor de mi cintura anulaban cualquier posibilidad de huída de ese paraíso del que jamás querría escapar.
Sentada sobre mí y ciega de lujuria sólo deseaba más, deseaba abrazarse, deseaba fusionarse conmigo, lo deseaba más profundo.
Perdidos en la madrugada de una noche sin nombre, disfrutando al fin de ese cariño que tanto ansiábamos, amándonos sin palabras como sólo nosotros podríamos hacerlo.
Todo fue intenso, todo fue cálido. La sonrisa que aparece de sus aún temblorosos labios precede a uno de esos besos que jamás olvidas. Esa sonrisa es la que guardas para siempre, esa humedad la que recordarás toda la vida y esa mujer, la que jamás volverás a poseer. Ella es mi éxtasis, ella es mi vicio, mi obsesión, mi subidón de adrenalina, mi perdición.

[...]

domingo, 13 de junio de 2010

Fin de la primavera

-¿Has decidido ya, cariño?
- Sí, sí. No te preocupes, vuelve al coche, me lo están preparando ya.
-Son unas flores preciosas-dijo mientras les arreglaba las hojas- ¿desea algo más?
-Una rosa roja, por favor, pero déjele alguna espina.
-¿Algúna etiqueta?¿Un felicidades?
-No, gracias, no es necesario.
Salió de la floristería y se dirigió al coche. Una rosa y un par de gardenias. La fragancia de la mezcla envolvía el automóvil dejando una estela en su camino a través de los cipreses. Hacía ya mucho tiempo que no pasaba por allí, aunque se había prometido más de una vez visitarle con más frecuencia.
Era el quinto aniversario, junto a la familia había un grupo de viejos amigos a los que saludó solemnemente. Estos, tras devolverle el saludo, le dieron la enhorabuena. Esperó el final del oratorio y se acercó donde los familiares.
-Hola preciosa, muchas gracias por venir. ¿Qué tal estás en el nuevo trabajo? Ya he escuchado noticias de que es un lugar genial.
-Muy ilusionada, por fin me dedico a lo que me gusta. Pero vamos, supongo que es normal no encontrar lo mejor a la primera, aunque me haya llevado seis años llegar a él. Siempre mejor tarde que nunca.
- ¿Y de cuánto tiempo estás ya? Vaya barrigota que se te ha formado - le acarició la tripa intentando sentir algún movimiento del pequeño - ¿Habéis decidido nombre ya?
- Él sí lo tiene medio decidido, pero a mí no me entusiasma demasiado... Ah! Estoy de siete meses ya, es muy inquieto, no sé cuánto tiempo querrá estar ahí dentro. El trayecto se lo ha pasado dándome patadas.
Fueron hablando todo el camino hasta la puerta, de todo un poco, poniéndose al día. Tanto se despistó que olvidó colocar las flores en su sitio. Se despidió de todos y volvió sobre sus pasos hasta llegar frente a la lápida. Negro brillante, con pequeñas virutas de mármol blanco y las letras esculpidas sobre la piedra. No pudo evitar un escalofrío al leer su nombre. Los recuerdos volvían como una galería de imágenes, situando cada escena en un tiempo y en un lugar. Recordó las caricias, los besos, los abrazos. Recordó los errores, recordó las decisiones. Promesas livianas que nunca tomaron la importancia que debieron, palabras ahogadas, remordimientos. Rabia observando la fecha marcada.
-Al final tenías que tener razón. Siempre fuiste un cabezota, hasta el final quisiste dominar. Veintiuno de Junio de dos mil trece. ¿Nunca se te ocurrió pedir opinión, volver al tratamiento, intentar escapar? Dios, toda tu vida igual. No te imaginas cuánto te he extrañado.
Dispuso la rosa a un lado, arañándose sin querer con la única espina que le quedaba. Al mirar si se había hecho sangre vió su nueva alianza y sintió un nudo en el estómago.
-Da igual lo que suceda, esas gardenias las conseguiste.
Recogió una lágrima con su dedo índice y colocó la palma de la mano sobre el nombre, sintiendo los rebordes de las letras, abrazando su alma en un gesto simbólico.
-Sigue descansando, no te preocupes más.
Giró su cuerpo y marchó de vuelta al aparcamiento. El calor era ya notable, el verano apenas había comenzado y ya llevaba dos meses dando guerra. Menos mal que por aquí siempre corre la brisa.

[...]

sábado, 5 de junio de 2010

Percepción

Después de mucho tiempo he levantado la cabeza y he visto a un hombre intentando derretir un cubito de hielo a base de vaho sin ni siquiera darse cuenta de que estaba en una cámara frigorífica... "ya llegará la primavera" decía riéndose con un estúpido brillo en la mirada cuando le pregunté por su trabajo. Pobre imbécil, capaz de morir hipotérmico antes de darse cuenta de lo inutil de su empeño.

Cansancio acumulado caído a plomo con la masa de un yunque. Visión en tercera persona de una escena patética en todo su esplendor. Lo que para uno es perseverancia para otro es pesadez; lo que para uno es un avance, para el otro, ego. No sé dónde encontré las orejeras, no sé adónde preferí mirar ni en qué momento aparté la mirada. Me pareció algo tan triste que no lo aguanté y tuve que continuar mi eterno camino.

Hay días que te levantas con mal pie y otros que hubieras preferido cortártelo. Qué felicidad se tiene cuando se desea ser feliz y qué fácil es engañar a uno mismo durante toda la vida si se desea vivir engañado. Ese pobre hombre se siente satisfecho viendo una gota brotar sin darse cuenta de que se congela por la espalda. No se dará cuenta jamás, probablemente. Él es feliz así, no desea conocer nada más, es su meta.

Por el camino me encuentro decenas de imágenes parecidas, personas que entregan su vida a algún tipo de tarea estúpida, personas igual de ciegas que me sorprenden cada vez más. Uno de ellos secaba un charco con una toalla una y otra vez, sin percatarse de que el cubo donde escurría el trapo estaba agujereado. Vi otro bastante curioso, intentaba ajustar en una cama una sábana demasiado pequeña, pasando todo el tiempo de un lado para otro metiendo las esquinas.

En mi camino yo seguía buscando esa persona. Continuaba noche tras noche siguiendo esa estela, ese brillo de ilusión por el que me esforzaba cada día. Todo iba bien, todo parecía llegar a su fin hasta que me encontré a ese hombre del cubito por segunda vez. Y después vi al secacharcos, ¡y a todos los demás!... ¡Infeliz! ¡Subnormal! Yo que lo tuve más fácil no me di cuenta, ¡soy uno de ellos! Camino en círculos, llevo así toda la vida, esa es mi estupidez personal, esa es mi tarea imposible. Yo que pude verlo todo desde fuera y no me he dado cuenta hasta que se me ocurrió fijarme en las personas de mi alrededor. Yo que pude escapar a este destino hamsteriano y ni siquiera se me ocurrió esa posibilidad.

Ahora es tarde, miro atrás y no tengo nada, miro adelante y sé lo que me encontraré, pararse es la mejor opción... espera, ¡creo que he vuelto a ver ese brillo, y creo que esta vez estaba más cerca que nunca! Esta vez lo conseguiré, esta clarísimo. Ahora soy más listo, ahora tengo más experiencia y me moveré con soltura, total, este camino ya me lo conozco.
¡Escucha, creo que va por allí!
[...]