sábado, 30 de enero de 2010

Emoción

Abrazos malgastados, sonrisas derramadas en labios de otro querer. Penurias, sollozos cabizbajos que nadie ve. Poética escultura hueca por dentro; vendedor de corazones al mejor postor. Soy yo, soy tu sueño, tu edén, soy los tres segundos antes de correrte, soy tu motivo, tu alegría, tu infinito, soy el éxtasis, la fortuna, el azar.
Vendo almas, cuerpos, pensamientos, sueños, acciones. Vendo placer, vendo vicio. Caos es mi nombre, anarquía y desorden, un remolino de preguntas y respuestas que nadie es capaz de responder ni de entender. Soy la armonización de los colores, soy polifonía , soy el canto de la moneda, la última página del mejor libro de tu vida, el afán de superación, la depresión más absoluta.
Soy los suspiros, la piel erizada, los besos en el cuello, los labios entreabiertos. Soy tu humedad, tus gemidos, tu intimidad, soy tu excitación, tu imaginación, tu profundidad, la apertura de tus piernas, el hierro candente, tu climax, tu consuelo. Me escuchas con el fuerte latido de tu corazón desbocado, me sientes cuando la brisa recorre tu cuerpo desnudo, me buscas entre tus dedos exigiendo compañía.
Desapareceré entre arte, en el último retoque de un oleo, en la última cadencia de una sonata, en un requiem maravilloso, en un entierro dixieland, en los últimos versos de un poema. Desaparecí entre las últimas palabras de este escrito, desaparecí cuando nadie más miraba.
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lunes, 25 de enero de 2010

Amiga oscura

Resbalando en el filo de la cordura, jugueteando entre la inteligencia y la confianza, dejándome llevar por el instinto de la felicidad. No hay mayor sonrisa que cuando quieres sonreir, ni peores caídas que aquellas de las que no quieres salir. Cómodo entre lágrimas, satisfecho en el abismo de la melancolía, hundido en la oscuridad de estos días en los que nunca llega a amanecer. Aun así sé que caeré todavía más, sé que no he llegado al final aún; no es mi momento, todavía no puedo relajarme en el colchón de arena del fondo de mi oceano. Desconozco el tiempo que me queda pudiendo sonreir, así como desconozco la cantidad de energía que conservo para dar alguna que otra brazada aun sabiendo la fortaleza de la marea que me transporta lentamente sin pausa ni perdón.
Dejaré que sea el tiempo el que me guíe, siempre ha sido lo más cómodo, y al final, lo único que ha servido de algo. Dejaré que sea el reposo en el cieno el que recargue las baterías de mi alma, de todas formas tendré que salir a respirar en algún momento. Dejaré que sea el vaivén el que me enseñe cuál es mi ambiente natural, siempre es agradable volver a tener aquello que tanto echaste de menos.
Perpetua y agradable soledad, amargo trago de dulce veneno, nunca me dejes solo; tú siempre serás mi más fiel amante, gracias por quedarte conmigo siempre.
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Trovadores condenados

24 Febrero 2006. 1:26 A.M.

Desolado, tristemente enamorado. Engañado entre las sábanas del adios que nunca llegó. He olvidado lo que significaba sonreir y aún no he acabado de escribir lo que quiero transmitir. Soy un trovador, un viajero sin rumbo ni perfil, un músico que no encuentra plaza donde ir. Vagando de sueño en sueño, raptándote a cada anochecer. Me perteneces. Sé que no es real, pero jamás podrá ser de otra manera. Olvida todo aquello que sentiste, todo aquello que recuerdes de mí. Asesíname en tu mente, atraviésame con el látigo de tu desprecio. Qué hacer cuando la luz que creías ver al final se desvanece? qué hacer cuando sólo queda dejarse arrastrar por el implacable tiempo que nos conduce rio abajo? Se me ha cansado el brazo de mendigar, no me queda saliva para pedir el perdón divino. Mi hogar es mi cruzada, mi destino es mi condena. Soy malo, y lo digo con la cabeza a punto de caer, pero lo digo. Soy aún peor de lo que haya sido jamás, los espejos se han cruzado con la sangre de mis labios y han rajado la esperanza de ser yo. La crueldad del castigo impuesto, la mortificación del cuerpo incorrupto de mi infancia. He muerto sin nacer, he nacido sin vida. He sobrevivido a mí mismo, pero he sido asesinado, por quién sino por otro ángel condenado. Desde el calor de mi infierno pido silencio por los que me acompañan en este solitario camino. No hay sombras ni seres en la oscuridad, son oscuridad en si mismos. Dejadme descansar de mí, dejadme dormir pensando en ti.
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