Siento estas frases sin sentido, el último tirón de exámenes no me deja concentrarme lo suficiente para conseguir nada aceptable ni tiempo para intentarlo; tan sólo tenía síndrome de abstinencia y la necesidad de purgar aquellos sentimientos que se amontonan en la azotea intentando evadir el estudio. Comenzaré con unos versos bastante conocidos...
¿Estás aquí? Te siento, deseo sentirte. Obtengo el placer de tus recuerdos, de nuestras disonancias, de tus cadencias perfectas. Busco la sonrisa en cada brizna de vida, me pierdo en mi planeta por momentos.
El cielo muta mi voz, acalla mis lamentos. De mi garganta sólo se escapan pequeñas improvisaciones en un estilo único, un estilo incomprensible. Busco respuestas sin preguntar, acortar distancias sin caminar, tu amor incondicional, luchar sin rival.
Tengo el yelmo preparado, la cota de malla y mi espada de madera; una cinta de
Power Metal, un oso blanco por montura y una rosa que espera al rescate de su princesa. Déjame matar al dragón, déjame atravesar tu fortaleza; tú sabes cómo abrir mi armadura. ¿No sientes, joven hechicera, de dónde procede tu poder?
Tengo la mente embotada, el cuerpo débil y apenas me quedan recursos. Por siempre la misma guerra, por siempre hacia el frente dejando la cordura en el camino, por siempre en un laberinto trampeado. No acabaré aquí, nunca lo he hecho. Ahora empieza un nuevo ciclo, otra nueva batalla, un nuevo encuentro, la misma luz con distinto brillo. Acabaré con tus barreras, destruiré tus preocupaciones y conseguiré mantenerme en tu memoria para siempre.
Pasarán los años pero yo... no abandono.