sábado, 24 de abril de 2010

Delayed

Abrió los ojos demasiado tarde, ninguna alarma lo despertó, ningún timbre sonó esa mañana avisándole de que perdería el vuelo. Miró el reloj para asegurar su fracaso. Triste y legañoso arrastró los pies por el suelo hasta la ventana en un vago intento de, oteando el cielo, encontrar el rastro de humo dejado por los reactores del avión.
Buscó esa estela como Hansel y Gretel sus migas de pan y encontró, como suponía, no más que unas cuantas nubes que se jactaban, amorfas y divertidas, de la estupidez suprema de su voyeur particular... Al menos eso fue lo que pensó que debían estar hablando entre ellas - ¡Criticad a vuestra puta madre! - Cerró las cortinas con rabia y maldijo su suerte un par de veces más antes de llegar hasta el sofá. Impotente y frustrado se encendió un cigarrillo con el que tranquilizarse. Con la cabeza entre las manos, la mirada baja, una lágrima rozando su nariz y sin saber qué hacer tomó aire profundamente, suspiró como un caballo y masculló penosamente: "Adiós y hasta siempre sueño mío, en alguna dimensión debió ser maravilloso"
[...]

sábado, 17 de abril de 2010

Piel oscura

Gitana mía que alumbraste esa noche estrellada con tu mirada de fuego, fuego reflejado en esos ojos tan negros como el corazón más ambicioso. Gitana mía que te alzaste sobre la noche y bailaste sobre la arena a ritmo de soleá llevando el cante de tus lamentos, el aullido de tus pesares. Gitana mía con la fuerza de un torrente, sagrada silueta grabada en lo más profundo, ardes en mi pecho llevándote a cada compás un poco más de mi ser.
Ser hipnotizado con el movimiento de las ondas de tu pelo por la brisa salada llegada desde aquella raya lejana que le llaman horizonte. Gitana mía, entrégame aquello que ansío antes de que las primeras luces rompan este oscuro encantamiento en el que me tienes preso, bebamos juntos de este embrujo cañí bañados por la espuma de las olas que mueren intentando rozar los bordes de tu faldón. Gitana mía que me diste de entre tus cabellos la flor roja de tu pasión, que me regalaste aquella noche la fogata de tu alma rasgando con tus uñas la última cordura. Gitana mía difuminada, de mi realidad escapada, te brindo esta profecía;

tú, cada noche, entre sueños,
soñarás que me querías,
y recordarás la tarde
que tu boca me besó
y te llamarás ¡cobarde!
como te lo llamo yo.
Y verás, sueña, que sueña,
que me morí siendo chico
y se llevó una cigüeña
mi corazón en el pico...
Pensarás: No es cierto nada;
yo sé que lo estoy soñando.
Pero allá a la madrugada
te despertarás llorando
por el que no es tu marío
ni tu novio, ni tu amante,
sino...¡el que más te ha querío!
¡Con eso tienes bastante!

Versos de Rafael de León, Profecía.
[...]

domingo, 11 de abril de 2010

Peter Pan

Deprimida bajó la vista. -No estás sola- criticó su sombra - sonríe, ¡siempre estaré contigo! [...]

sábado, 10 de abril de 2010

Historias de guerra

El sargento Martínez marchó a paso ligero entre los cuerpos inertes de los subordinados que hace poco intentaron defender, sin mucha fortuna, lo poco que les quedaba del Pico de los Ángeles. Por aquel estúpido trozo de tierra había perdido a más de la mitad de su pelotón, ningún cabo vivo, ningún sanitario que curara a los cuatro supervivientes que pudo salvar. Mandó retirada pero no todos lo siguieron: el mortero seguía disparando, y no fallaba. Apenas quedarían un par de granadas que lanzar y los malditos invasores se acercaban cada vez más.

Las balas silbaban alrededor de la cabeza del joven raso y éste ni se inmutaba, sordo como una tapia con los oídos destrozados, los sentidos muertos, concentrado en la única tarea de apuntar, cargar y disparar. Los tres cadáveres de sus compañeros de escuadra lo salvaron de alguna que otra bala sirviendo de oportunos parapetos improvisados que colocó sobre los sacos de arena justo después de quitarles las granadas que cada uno de ellos portaba para el mortero. Todavía le parecía increíble haber sobrevivido a la explosión que se llevó a sus compañeros y que lo dejó con un zumbido permanente además de las heridas que todavía no había tenido tiempo de examinar. En cuanto veía aparecer a alguno con un bazuca le daba un tiro certero con su fusil, y si conseguía acercarse algún grupo los hacía volar con un buen reventón. Apuntaba de corazón, de instinto, dibujando una cruz en su pecho antes de cada tiro, sin goniómetro ni mariconadas. Lo único que sabía manejar antes de llegar al ejército era la escopeta con la que alejaba a los animales salvajes de su ganado, pero el Cuerpo no tuvo tiempo de formarlo mucho más antes de enviarle a esta guerra casi improvisada contra la rápida invasión de la que fue presa su patria. De todas formas cada vez que veía que una de sus balas desmembraba a alguno de esos infieles se sentía más realizado, sin remordimientos, orgulloso de su valía, ciego por la ira que lo invadió desde que lo llamaron a las filas, así que el adoctrinamiento tampoco hubiera cambiado demasiado sus ideas.

El sargento corría agazapado, intentando evitar los claros en el espacio que había entre él y el soldado abandonado. Corría con el subfusil preparado, disparando a quien podía, disparando para que no le dispararan, disparando para recordar que él todavía podía hacerlo. Detrás del dique de sacos de arena seguía el soldado santiguándose y dando gracias a dios por cada bala que lograba encasquetar en el enemigo. Apenas se asustó al notar la mano de su sargento en el hombro, ya le habrían volado la tapa de los sesos si no fuera amigo. -¡Vámonos, vámonos, de prisa!- logró entender de sus labios. Apenas sin mirar dejó caer la última bomba que le quedaba y corrió viendo cómo la arena se levantaba a su alrededor con cada bala que intentaba darles caza. Corrió, ahora sí, pensando en la familia de sus compañeros y en la suya propia que le estaría esperando en vilo, también en la familia de sus enemigos, pero con mucha peor fe. Al ver la arena flotando en el aire corrió con dos cojones, como nunca había corrido, corrió dándose cuenta de que era vulnerable por primera vez, teniendo el miedo que debió tener desde un principio, corrió deseando llegar a salvo al comenzar a sentir en el hombro izquierdo el dolor de alguna esquirla que debió atravesarle con la explosión. Mientras avanzaba deseó que su última granada hubiera acertado de lleno sobre algún oficial o, mejor, sobre algún grupo. No era un sádico, ni siquiera un patriota, pero esa chusma lo sacó de la tranquilidad del campo que tanto había apreciado. Jamás fue amante de las sorpresas, ni siquiera iba a las fiestas del pueblo por no salir de su encierro; en realidad mandaría a su propio país a tomar por saco si no fuera por la sencilla razón de que no tenía ningún otro sitio donde ir. Entre carreras consiguieron llegar detrás del búnker destrozado, desde donde Martínez avisó por radio esperando algo de apoyo aéreo sin demasiada esperanza. Se dejaron caer contra la pared junto a los últimos miembros del pelotón mixto 14º de la compañía del sur que intentaban no morir desangrados taponándose las heridas, maldiciendo bravuconadas y soñando con un presente diferente. El soldado sentado cerró los ojos y suspiró consciente ahora de la suerte que le esperaba, conocedor de que aquellos serían los últimos momentos que pasaría despierto, lúcido al permitir escapar la última lágrima de su vida.
[...]

jueves, 8 de abril de 2010

Recuerdo a una desconocida

Esta vez añado un par de antiguos escritos, tan antiguos que no puedo determinar su fecha con exactitud. Los rescato de la caducidad del papel, los rescato del fondo de mi mesilla. El primer escrito es una corta poesía que hice para un trabajo del colegio (ahora entenderéis por qué nunca escribo poesía jeje). El segundo es un cuadradito de unos 6cm de largo por 3cm de ancho, sin fecha, sin recuerdos, sin título. Una incógnita que un día encontré entre mis cajones del que lo único que reconozco es ese estilo de desesperación. Espero que los disfrutéis.

P.S: Es increíble todo lo que cupo en un trozo tan pequeño de papel.

P.S2: Gracias, artistaza, por la foto. La tomo prestada sin permiso... hace esta entrada mil veces más bella.

Curso 2000-2001
Recuerdo a una desconocida.

Nuestras miradas se juntaban
una seña de amor te hice
cuando nuestros cuerpos se cruzaron
lentamente la devolviste.
Ojos miel, pelo largo
y los labios colorados,
la sonrisa me mandaste
y en ese momento nos paramos.
Por tu dulzura que enamora
de la mano me llevaste
al paraíso del cariño
y sin palabras me abrazaste.
Sólo un beso nos dimos
en el que todo lo expresamos
y con una mirada
decidimos separarnos.

Lo creo ferviéntemente. Lo siento cuando mi tacto es mancillado con su piel. Las últimas brasas se apagan ante mi pasividad. Me siento un pelele sin cuerda, soy el último muñeco del baúl, el que apena el fondo mientras sale al escenario. Es un show que no puedo controlar. Ya no recuerdo el tacto de sus dedos ni el calor de sus abrazos, la humedad de sus suspiros ni la vida de sus besos. ¡Te amo! Puedo decirlo más fuerte, pero no me escucharás. No me esperes, vete y no vuelvas, tú me has destrozado y ahora... ahora quiero dormir.


[...]

domingo, 4 de abril de 2010

Idealista

3 de Agosto, 2006, 00:12

Embarrascado, con la sangre llena de nicotina, imaginando respirar tu perfume en la funda de mi almohada. Llorando por sentirme inutil e incapaz; triste ante la perspectiva de una nueva derrota. Mancho de tinta las yemas de mis dedos al cerrar los ojos esperando una señal que indique que el viento cambia de rumbo. Necesito saber que hay alguien más ahí fuera, alguien capaz de entrar sin tirar la puerta abajo.Versos de poesía incontrolada, pentagramas de una melodía demasiadas veces interpretada, pétalos de una rosa muerta sobre un jarrón desquebrajado.
A todos los sueños, aunque debieran ser sustituidos, les toca el momento de ser olvidados. Tener alguna esperanza, alguna luz que seguir. Cuando prevés que todo acaba te aferras a cualquier saliente, a cualquier incógnita, a cualquier idealización. Cuanto más me hundo me siento más desconcertado; ya nadie tiene ganas de vivir su propia vida. Ciego y estúpido, pecador de egoismo y misantropía; no me defiendo de mis propios alegatos, pero que alguien me demuestre lo contrario, es el último sueño que me queda.
1-08-06

A muchos les sonarán estos versos, son de F.M. Ortega Palomares, del poema Ideario. Robe los recita al principio de la fabulosa canción Standby.
"Me da vértigo el punto muerto| y la marcha atrás,| vivir en los atascos,| los frenos automáticos y el olor a gasoil.
Me angustia el cruce de miradas| la doble dirección de las palabras| y el obsceno guiñar de los semáforos.
Me da pena la vida, los cambios de sentido,| las señales de stop y los pasos perdidos. [...]"
[...]

viernes, 2 de abril de 2010

Regresión

Buenas noches, le digo susurrando desde la más profunda de las soledades. Buenas noches, repito sin esperar respuesta. Buenas noches, como un canto dirigido a la oscuridad de la nada. Buenas noches Amira, buenas noches princesa mía, no inquietes por mi ausencia, no desesperes más sin mí.
El tiempo es breve e infinito. El tiempo es la tristeza de la mortandad, aquello que nos arrebata lo más preciado. El tiempo es el corazón que se detiene, el terror que nos encoge. El tiempo es bizarro, es incomprensible, una ilusión horrorosa más poderosa que ningún dios imaginado por el hombre.
Otra vez lo siento, otra vez capto en mí ese latir, esa tristeza. Ha vuelto, estoy volviendo. Es la búsqueda, el cansancio, la depresión, la angustia, este horrible ambiente que me envuelve. Demasiado agotado para evitarlo, demasiado satisfecho para retenerlo; demasiado temprano para dormir, demasiado tarde para estar despierto.
Droga musical que aletarga mis sentidos, sustancia prohibida descubierta entre los rincones de mi memoria olvidada. Soy yo el libro de los nombres muertos, soy yo la sangre de tus besos, la tiniebla de aquél que me encerró. Mi nombre es Absalón, soy su paz, su reposo, su tristeza. Soy Axel, lo único fiel de su cerebro, la Consagración de su alma, el fin que siempre supo.
Buenas noches, corazón. Buenas noches diré siempre desde el nicho que me mantiene escondido. Buenas noches, separándome de ella sin quererlo, separándome de mí otra vez. Buenas noches sin dormirme. Buenas noches aunque tenga que recordar para sentir. Buenas noches, vida mía; no nos olvides tan pronto, ni siquiera le ha dado tiempo al amanecer de arrebatarme esta intimidad. Por siempre, buenas noches.
[...]