lunes, 28 de mayo de 2012

Santificar las fiestas



Creyó que podía hacerlo sin problemas, un movimiento enérgico de brazo y estaría dentro, pero se dio cuenta de su incapacidad demasiado tarde para no sentirse ridícula consigo misma. Tras gritar dándose valentía, y apretar con todas sus fuerzas el mango, lanzó su puño aferrado al cuchillo contra su estómago, esperando atravesar todas las vísceras posibles, hígado incluído. Deseaba desangrarse, morir con el sabor metálico de sus glóbulos rojos al ser vomitados por su esófago, acabar su vida de mierda llena de jugos gástricos, suero, bilis y el resto de fluídos asquerosos que circulan por nuestros órganos internos. Sólo quiso morir como creía merecer y lo único que consiguió fue quedarse tirada de rodillas, mirando el brillo de la cuchilla con los ojos vidriosos y sintiéndose aún más cobarde de lo que se había sentido jamás. Ni morir se le daba bien, se repitió mientras la punta del cuchillo rozaba la suave piel de su vientre.



Odio escuchar Radiohead los domingos, creo que acabar la semana pensando en suicidio y salvación es demasiado católico para mí...


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