Escrito el 10-sept-2005 a las 4:59 am
Necesito que todo el mundo entienda lo que digo, que no quede entre tú y yo, que sepan de qué material están fabricados los sueños. Que aprendan de mis errores, que aprendan a decir “te quiero” en el momento adecuado, o que dejen las ilusiones en la almohada, que no las lleven consigo.
Te amo. Lo hago con todo el dolor de mi alma, pero aún así continúo pecando. Te recuerdo entre mis brazos y te imagino entre mis piernas, tan dulcemente amada. Te perdiste de mi vista, pero me seguiste silbando desde la distancia. He prometido que éste sería el último escrito por, para y hacia ti. He prometido aprender a no quererte, a resignarme a la situación de mi soledad. Tus cabellos sobre mi pecho, nuestras manos entrelazadas sobre mi cabeza, tu aliento en mi cuello y el calor de nuestro hogar. Sensaciones tan maravillosas que he prometido olvidar. Olvidarme de esa chica encantadora, simpática, culta y sencilla; divertida y extrovertida, de bonita sonrisa y tremendamente sexy; de la chica cuya faz es comparable a la de una diosa, y cuyas curvas son capaces de marear al más curtido marinero, de la dueña de dos brillantes más preciosos que el diamante.
Mis manos te dibujan en el aire, simulan que bajan desde tu frente, te acarician la nariz y rozan tus labios humedecidos; mimando tu cuello hasta llegar a tu nuca… momentos antes de que un beso nos funda a los dos en felicidad. Estudio tus rasgos con la imaginación, me los guardo en la memoria y los sueño en la oscuridad. Intento encontrar las egoístas palabras que te atraigan hacia mí. Las palabras con las que no te dé lástima, con las que no sientas pena por mí, sino con las que encuentres lo que puedas buscar para rellenar tu corazón. No menciones más mis penurias, nuestras fechorías ni tu sonrisa, esa que tantas veces me hizo feliz (¡sonríe!). No lo hagas por mí. Ya hiciste suficiente para ser inolvidable, no hace falta que sigas sufriendo pensando en el dolor que puedo llegar a sentir.
Te veré, te miraré a los ojos y bajaré la mirada, nadie más que tú sabrá quien has sido para mí, porque nadie sabe que acuno mis sueños pensando en ti. Y pensar que seguimos en secreto pese a no continuar nada… ¡Piérdeme entre tus labios, hazme desaparecer entre tus brazos, y no vuelvas a huir! Echadme ácido, dadme doscientos latigazos, o arrancadme la piel a tiras. Lo prefiero antes de volver a morir por un imposible, antes de volver a morir por ti. Nunca más, por favor.
Me ha gustado mucho este texto,. es muy intenso. Sigue así, que entre los textos y la dieta del kebab, vamos para artistas seguros jajaja.
ResponderEliminarUn abrazo.
Fran
Bueno, estos escritos son antiguos ya, pero los kebabs seguirán entrando a pares..mmmm....y con patatas...
ResponderEliminarUn abrazote divo, y sí que llegas! y te sobra para una octava más!!!!
¿Droga?
ResponderEliminarsiempere doroga, mono hecho de doroga!
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