Maldita sea, ojalá usaras un perfume más fuerte o, mejor, ojalá tuviera olfato suficiente como para reconocerte. Doy vueltas entre mis sábanas buscando un último rastro de tu presencia: un poco de rimmel, un olor, un pelo, una lágrima... lo que sea.
En estas sábanas suceden demasiados errores, demasiados sentimientos, demasiada felicidad para lo que nos proponíamos, demasiada intensidad para decirnos adiós.
Viajo por este camino que es el destino intentando entender los cambios que suceden a mi alrededor. Sé que no crees en estas cosas, sé que aún confías en el libre albedrío... pobre, aquí no elige nadie. Cada palabra que digas modificará tu futuro, pero cada palabra que puedas pronunciar ya habrá sido escrita con anterioridad. No lo intentes, todo está firmado, tranquilízate y búscate a ti misma. Descubre tu verdadera felicidad, descubre aquello que te haga especial, aquello que te haga sentir bien y aférrate como nos aferramos siempre al pasado, convirtiendo cada respiración en un terremoto sin epicentro.
Yo vigilo tu sueño, duerme en paz, descansa mientras te acaricio. ¿Me sientes? Ojalá estuviera ahí contigo, ojalá no tuvieras que soñar para sentirnos, al fin y al cabo no hay nada mejor. Bueno, voy a salir a caminar un rato, necesito algo de aire fresco, dejo aquí el paraguas... nunca me ha importado mojarme.
Me dirijo hacia aquella colina. En lo alto creció un olmo que debió ser precioso en su momento, ahora sólo sirve como silueta para el horizonte y refugio para algún que otro búho. Desde aquí veo la ciudad, siempre adoré dibujar este paisaje, a lápiz sobre negro. Mis trazos brillan aunque apenas se distinguen, eso será lo que hace de mi obra algo menos espantoso.
Hermoso mundo ahora que todos duermen, precioso tapiz. Esta es mi imaginación y yo soy el titiritero, no te preocupes si una mano te dirige de madrugada, soy yo el que te arropa. Sigue sonriendo. Me sentaré a esperar el amanecer, sé que mirarás atrás y me verás a lo lejos, empapado, quieto, tranquilo. No te olvides de decir adiós cuando desaparezcas, las maneras es lo último que debemos perder, la compostura desapareció hace ya mucho.
Qué lento pasa el tiempo con nostalgia, qué lento pasa el tiempo con insomnio...
¡Espera! ¡Por fin me ha parecido encontrarte! Algo queda en esta esquinita de tu esencia. Ya podré dormir tranquilo... que se encargue el yo de mañana de dejar de sonreír.
lunes, 20 de septiembre de 2010
Vueltas
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Dios, que miel tan amarga saboreo en tu texto...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Ya sabes, si algún día necesitas compañía bajo ese cielo gris ceniza, que llora sobre tí, y si vivo en alguna habitación alquilada por tu ciudad, dame un toque, te acompañaré. Un abrazo Calex.
PD: La mierda del destino es que además de estar escrito, todo queda detallado, hasta el momento en que eres feliz... maldito destino que nos hace sufrir a todos...
tus acciones te definen, el destino es quien camine.
ResponderEliminargracias...
ResponderEliminar:)