sábado, 27 de noviembre de 2010

Moderno Prometeo



Obcecado en la más alienante de las paranoias el doctor soñaba que, algún día, lograría escuchar aquel frío corazón latiendo de nuevo, esta vez gracias a él. Tal era su obsesión que no dormía, no comía, no hablaba ni sonreía sin pensar en su ilusión. Él era consciente de las dificultades, él conocía el peligro de su juego, él sabía que nadie entendería su insistencia. Por eso él se encerró en su pequeño torreón mental desde donde seguiría luchando contra los dioses por completar su destino. El doctor, fatalista desde siempre, intuía el poco tiempo que le quedaba antes de que el hilo de su vida fuera finalmente cortado, así que trabajó aún más, sin descanso ni tregua.

No fue hasta una noche de tormenta que el loco profesor consiguió dirigir toda la fuerza de un rayo atravesando aquel inerte trozo de carne que tanto ansiaba. Expectante apoyó la oreja derecha sobre su pecho esperando alguna señal de su triunfo y, desde lo más profundo de su cuerpo lo sintió, al principio como un ligero murmullo y después mucho más fuerte y seguro. Batiendo desde su cabeza hasta sus pies, transformando algo tan natural como un latido en la música más maravillosa que jamás pudo escuchar, consiguió devolverle la vida a su increíble búsqueda. Feliz saltó, volteó y bailó. Rió a gritos sabiéndose triunfador, sintiéndose vivo por primera vez en años. Tan ciegamente danzó que no se percató de aquel cable en el que tropezó, ni siquiera supo que uno de los ventanales de su torreón estaba abierto hasta que cayó por él. No le dio tiempo más que a derramar una última lágrima planteándose si le mereció la pena todo aquel sacrificio, evaluando si lloraba de felicidad sintiéndose completo o de la tristeza más absoluta, antes de que el inamovible firme golpeara su fatigado cuerpo confirmando y cerrando lo que él ya intuía sobre su destino desde hacía ya demasiado, acabando con su curiosa y anónima existencia, derrochando así su último aliento sin respuesta entre la hierba recién cortada.

5 comentarios:

  1. qué historia tan siniestra y triste...

    pero intensa, sin duda!

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  2. No es bueno centrar toda tu vida en la consecución de un solo objetivo, pues una vez conseguido, se pierde la ilusión y un poco la razón de vivr. Bonita y triste historia. Me gusta más cuando escribes a la nostalgia del amor.

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  3. Esta no es más que la nostalgia del amor. No trata sobre otro tema.
    Lograr el objetivo, cumplir tu destino y descansar sabiéndote ganador pero sin haber disfrutado de tu triunfo. Conseguir lo anhelado y perderlo entre los dedos... bah, Puri, te prometo que va sobre el amor, lo que pasa es que intento variar un poco, que hasta yo me canso de leerme siempre igual :)

    Puntos suspensivos, a mí me parecía una historia más hermosa que siniestra, y bastante romántica desde el punto de vista del doctor atormentado. Doctor que, por cierto, saborea la felicidad antes de morir, ¿dónde está la tristeza ahí? Es una historia con final feliz si te fijas bien...

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  4. Efectivamente, es un final feliz.
    El doctor consigue su próposito, la única obsesión y meta en su vida: Oye latir el inerte corazón, razón por la que subsistía.
    Percibo, incluso, una cierta moralina:
    La constancia, fe y deseo tan desmedido que llega a ser obsesión, tiene su recompensa: El logro del anhelo.
    Una vez más manifiestas tu casi escondido deseo
    que supera y domina tu corazón y mente hasta en el subconsciente.
    Te sigo leyendo.

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  5. Te he dicho alguna vez que tienes formas extrañas de cortejar? jajaja
    Bueno, lo tuyo es mio y lo mio tb es mio, pero soy generosa y te premito el plagio indebido xD
    Y del texto, como siempre muy bueno (eso no lo cambias jeje). A veces no sabes si algunas cosas merecen la pena, pero bueno, siempre nos daremos cuenta despues...
    P.D.: Tengo que hablar ctigo! Ya te mandare un privadete....

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