lunes, 1 de febrero de 2010

Desde mi celda

11 de Mayo de 2006. 1:51 a.m.

Hoy hacía tanto tiempo que ya ni me acordaba; he vuelto a verme reflejado en esa persona que saboreaba con placer los dulces besos que nos dimos en el sofá, aquel que le robó un pico a una diosa, o como ese que prometió recordar siempre el tacto de tus dedos. La brisa pasa entre mis dedos acariciándome suavemente, en mis parpados se refleja la luz de la Luna que tanto amé. Estoy tan sobrio que juraría no ser yo. Desde esta ventana todo es diferente, entre los barrotes no se escucha el mar. Hace años que dejé de sentir el movimiento de la arena al ser arrastrada por las olas desde la ciudad, hace años que no consigo callar las voces que en mi cabeza me gritan libertad, las voces que en mi cabeza me gritan paz. Por los hoteles en los que jamás llegamos a estar, por esas rosas que nunca pude darte y por el amor que apacigüé con excesos a la orilla de la playa, hoy no brindo ni soy feliz.
Juré escapar, juré volar y despertar, juré no volver a sufrir nunca jamás y aquí estoy, observando el mundo desde mi celda, deseando retomar el hábito del latigazo en el pecho. Todos deseamos lo que no tenemos, pero amamos demasiado aquello que perdimos. Tengo una carta que no fui capaz de enviar por amor propio, la tengo guardada en el lugar más oscuro de mis rincones, pero late como latía el corazón acusador de la víctima a ojos de su asesino. Te temo tanto que te pierdo por respeto, echaba de menos saber que sigues viva.
Sé que la persona que quiero que lea estas frases no la leerá, pero al menos dejo escrito aquello que fui tan cobarde de callar cuando debí gritar. No sirve de nada pedir perdón ahora ni nunca, jamás lo hubieras permitido. Tampoco voy a sentirme mejor por pedírtelo y observar tu mirada ausente pensando en el siguiente insulto que decir por haber sufrido tanto. Lo que siempre intenté demostrarte y jamás lograste entender es que no hace falta escuchar un te quiero de mi boca para saber que no miento. Te amé, estuvimos juntos y te amé. Te amé al sentarnos juntos en esos bancos, te amé cuando en vez de saltar me abrazaste por primera vez, y te seguí amando hasta que me dijiste que no lo hacía lo suficiente, esa es la razón por la que esos momentos no se borraron jamás. Jamás lo entendiste, y aún no entiendo por qué me pedías que lo repitiera. Cabrón y patético gilipollas, no lo entendí. Perdí mucho más que un móvil y unos cuantos euros contigo, perdí un amigo, y eso soy yo quien no lo quiere perdonar. Al menos recordaré durante unos años más las tardes en las escaleras escuchando recuerdos de la Alhambra.
Bueno, siempre por las ramas y sin decir nada. Lo que quería dejar caer es que durante esta época de hibernación me está dando mucho tiempo para pensar en todo. He recordado situaciones que creía en el olvido, y he lamentado palabras y promesas que nunca dije ni logré conseguir. Desde Granada hasta Aurillac, desde la A hasta la Z. Durante mucho tiempo echaré en falta alguien con quien volar sin saltar y reír sin pensar, quizá aún no haya salido mi tren, tendré que correr para no perder el próximo que tome rumbo norte.
Por cierto, vivir es lo más importante de la vida, pero vivir por alguien es la única razón que hace de la vida un estado interesante; buscad.

3 comentarios:

  1. la verdad es que me gusta mucho este texto

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  2. Gracias a l@s dos. Ojalá ese primer anónimo fuera quien debiera ser, supongo que nada llega tan fácil. Un abrazo gente, gracias por el apoyo. (f)

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